Alguna vez...

Alguna vez decreté en secreto -a veces lo hago- y fueron míos todos los silencios. Algunos llegaron a cristalizarse tomando forma de gotas, otros se evaporaron, otros me los comí y astillan los icebergs que son mis huesos. Prometí a la luna (que sabe lo que digo cuando muerdo pensamientos) y me prometí a mí misma: romper el silencio, destruirlo, enterrarlo, desterrarlo de mi boca que amorata rezos. Y de vez en cuando desde lejos se escucha un fuerte y doloroso grito y lo que nunca se dijo viste luto, mientras da a luz una lágrima de hollín amarga y seca. Mis alas se agitan levantando una espesa nube de humo negro y asfixiante. No puedo salir del suelo que me encadena y a mi alrededor crece, impiadosa, una pared alta hasta el cielo. Encerrada en el fondo de una torre que no supera los límites del pensamiento, me mata el silencio. Y muero sólo mirando la luna. Sola. Sólo de silencio.

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