Una boca...

Una boca mastica en su silencio mis entrañas. He dejado de manchar papeles con veneno. Desde el invierno de mi sacrílega garganta toda mi indiferencia se despereza. Desterré esa luna enmohecida que ya no lame con sus ojos ciegos. Hice rodar su cabeza y a sus pies yacen mis ojos. Sólo nos une un destello de carcajada hueca, un suspiro en el vértice del tiempo, un ángel desmayado de vergüenza. Lo demás es anecdótico, yo no lo maté: jugaba a estar dormido y yo soñaba estar despierta.

No hay comentarios: